adolescentes

Relacionarnos con los adolescentes

El drama de los adolescentes es que apenas ayer, eran niños relativamente abandonados, exigidos y descuidados. Ahora se encuentran repentinamente con más fuerza física, cierto nivel de autonomía y con deseos opuestos a los nuestros -padres o maestros- registrando la necesidad interna de desafiarnos. Lamentablemente, la consecuencia habitual de ese desafío va a ser la expulsión -en términos emocionales- del territorio de intercambio afectivo. Claro, los adultos no estamos dispuestos a que alguien nos contradiga,  mucho menos quien hasta hace poco tiempo dependía de nuestras decisiones. De ese modo actualizamos el abandono histórico, reflejado en el desprecio por las elecciones que el adolescente realiza. Luego -para rematar- aumentamos el control sobre los actos que el adolescente pretende desplegar, suponiendo que es incapaz de tomar decisiones adecuadas. De hecho, raramente el joven o la joven amado/a por el adolescente será aceptado/a en la familia. Sus elecciones –diferentes a las nuestras- difícilmente tendrán nuestro apoyo. Hasta la rebeldía será despreciada y humillada.
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